Por Enrique Iranzo.
Foto. Enrique Iranzo |
16 de Marzo de 2012, día grande en Valencia. Los aledaños del coso de la calle Játiva están abarrotados, bares y restaurantes cercanos llenos, corrillos de tertulias taurinas en la calle, en las barras y en las terrazas, hoy en Valencia se respira toros, y la culpa de tanta atención la tiene un pedazo de torero, casi un héroe mitológico, un guerrero.
La gente quiere ver al héroe entrar a la plaza y espera junto a la puerta formando un pasillo infranqueable. Los aficionados necesitan decirle y transmitirle lo que sienten, mostrarle su admiración y respeto, pero además necesitan verlo, por que necesitan ver que es humano y no un extraterrestre, necesitan confirmar que es una persona normal, una tipo especial pero en definitiva hecho como todos los demás, de carne y hueso.
La gente quiere ver al héroe entrar a la plaza y espera junto a la puerta formando un pasillo infranqueable. Los aficionados necesitan decirle y transmitirle lo que sienten, mostrarle su admiración y respeto, pero además necesitan verlo, por que necesitan ver que es humano y no un extraterrestre, necesitan confirmar que es una persona normal, una tipo especial pero en definitiva hecho como todos los demás, de carne y hueso.
Y la tarde no defraudó a nadie, llegó la G a Valencia, la G de Grande Padilla y la G del G10 con Manzanares y Talavante.
Toros de Garcigrande (3º y 5º), de Domingo Hernandez (1º, 2º y 4º), y dos de Parladé (el 6º y su sobrero), que en general dieron la medida. Escasitos de presentación, especialmente el sexto bis, impropio para una plaza de 1ª como la de Valencia. Los hubo de todos los colores y comportamientos, buenos, malos, encastados y reservones.
Antes de la salida al ruedo del primero de la tarde, Juan José Padilla tuvo que salir al tercio para recibir la ovación de admiración del público valenciano, la plaza puesta en pie quiso transmitir al torero su estima y máximo respeto.
Foto. Enrique Iranzo |
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En su segundo, desgraciadamente para los asistentes, nada volvió a ser igual. Un toro más reservón, al que le costaba arrancar y repetir. Muletazos sueltos sin conexión con los tendidos.
Jose Mª Manzanares mató a su primer toro de una extraordinaria estocada recibiendo. |
Foto. Enrique Iranzo. |
En el primero, un toro complicado, mostró firmeza y confianza. Inició la faena con quietud y aplomo ante una embestida incierta, sobre todo por el pitón izquierdo. Tiró de recursos y le arrancó una orejita.
El que debía ser su segundo, el 6º de la tarde, un toro precioso de estampa no pudo mostrar su condición, ya que se partió un pitón rematando contra las tablas y tuvo que ser devuelto a los corrales.
Y si el 6º era el guapo de la tarde, su sustituto fue el feo, feo y terciado, pero encastado torito el de Parladé, lo que permitió al diestro extremeño realizar una faena ligadita tirando de recursos, consiguiendo conectar con el público, lo que le permitió cortar su segunda oreja de la tarde.
Al final todos contentos, tarde de emociones y buen torero con resultado de cinco orejas, dos salidas a hombros y una salida triunfal.
Enrique Iranzo.
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